Por Ricardo Bustos
Argentina es un país difícil de comprender por sus actitudes ciudadanas. Llegan las fiestas y lentamente van desapareciendo todas las iniciativas conducentes a lograr una mejor calidad de vida social e institucionalmente hablando. Atrás quedaron las protestas por Santiago Maldonado, el submarino San Juan, con nuestros 44 héroes, la inflación y dentro de poco, el robo a las arcas de la caja jubilatoria ANSES. Ahora llega el tiempo del pan dulce, sidra, champagne, los preparativos para pasar nochebuena o navidad o con quienes vamos a compartir esas jornadas.
El dinero que necesitamos para que la mesa luzca como nos gusta, no importa de donde sale. Será con efectivo o con la tarjeta de crédito que después tendremos que refinanciar porque se nos fué la mano, pero el asunto es que debe mostrar una realidad mentirosa que no queremos aceptar como tal. Siempre se dijo que el peor mes para los asalariados es Enero y no porque es el más largo ya que tiene la misma cantidad de días que diciembre, pero ocurre que hemos gastado mucho más que lo que podíamos y ahora no sabemos de donde sacar para tapar tantos agujeros.
Sumamos a todo este festival de alimentos y bebidas, las ansiadas vacaciones que por lógica deberemos iniciar en esta época porque después llega el inicio de clases de los chicos y no tendremos tiempo para preparar la ropa, útiles, colegio, transporte y todo lo que lleva implícito la asistencia de nuestros hijos a la Escuela.
Algunos ya están pensando en cambiar los celulares porque los de nueva generación además, nos muestran qué están haciendo los vecinos y amigos a 10 metros de distancia, los mismos a quienes cuando cruzamos por la vereda, tratamos de ignorar porque no los soportamos.
Mientras todo ello sucede, en medio de los gastos que de por si ya son excesivos, los adolescentes, continuan con su vida normal, es decir, de lunes a viernes y como están de vacaciones, al boliche todas las noches y eso también tiene un costo, al que debemos sumar como preocupación, el comportamiento humano a la hora de la salida de lo que alguna vez conocimos como «el baile», donde el sol ya quema los sesos, pero ellos vienen a casa a dormir hasta las 6 de la tarde, motivo por el cual estuvieron ausentes durante el almuerzo en «familia» y para la cena no estarán disponibles porque en un rato los pasan a buscar sus amistades para volver al boliche.
Todo ello transcurre mientras el otro país, el del 33% de pobres e indigentes, se debate entre la vida o el abandono porque apenas llega a probar un bocado al día y los jubilados son ignorados como generación pasada de moda porque son una molestia para los presupuestos de las economías gubernamentales.
La gran legión de punteros políticos, sigue aumentando su poder sobre las clases mas necesitadas y con sus camionetas 4×4, recorren las barriadas pobres repartiendo un pan dulce y una botella de sidra caliente a cada hogar donde hace dos días no saben que sabor tiene la comida.
En el «honorable Congreso de la Nación», los legisladores de uno y otro partido político que mensualmente reciben en sus bolsillos mas de 200 mil pesos, se suben arriba de las mesas para separar a quienes dicen estar defendiendo a los mas pobres y se toman a golpes de puño en un lugar donde debería existir el diálogo para intentar solucionar los problemas graves que se registran en la Nación.
Pasan los días, los meses, los años y los que tenemos una juventud acumulada en el cuerpo, recordamos que todo cambió para no cambiar absolutamente nada. Presidentes procesados que ocupan bancas en la Cámara de Senadores y como si fuera poco, continúan decidiendo sobre el destino de nuestras vidas.
Argentina, es un lugar al sur del continente americano que debería ser estudiado en las Universidades mas importantes del planeta para tratar de comprender como es posible que después de tantos desastres, todavía exista como país.
Felices fiestas
«Toda época se nutre de ilusiones, si no, los hombres renunciarían pronto a la vida y ése sería el final del género humano». Joseph Conrad (1857-1924) Novelista británico de origen polaco.